Hace poco más de dos años, el amor y la esperanza de un futuro mejor impulsaron a Mayra a dejar atrás su tierra y tomar un vuelo sin regreso a los Estados Unidos. Con el corazón lleno de ilusiones, nunca imaginó que un simple altercado se convertiría en el giro inesperado que pondría en "jaque" su destino.
Fue la tarde del 30 de enero, cuando la joven tuvo una discusión con una chica que vivía con ella y alguien llamó a la policía por los gritos entre ambas. Pese a que su compañera de casa retiró cargos, la policía la detuvo de todas maneras, no sin antes leerle sus derechos. Posteriormente, las autoridades se percataron de su estatus migratorio irregular y fue trasladada a una Oficina de Detención y Deportación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), ubicada en Seattle, Washington.
Residía en el Bronx, como tantos inmigrantes dominicanos, compartiendo techo con otras tres personas para sobrellevar los exorbitantes costos de la vida en "la Gran Manzana". Entre ellos, su hermano, su mayor apoyo, quien ahora enfrenta la angustia de verla recluida, mientras la deportación amenaza el sueño de vida que con tanto esfuerzo estaba construyendo.
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